lunes, enero 31, 2005

"UNA SERIE DE EVENTOS DESAFORTUNADOS" / Wikén

La última de Jim Carrey, en el Wikén de esta semana. -GM.

“UNA SERIE DE EVENTOS DESAFORTUNADOS”

El paseo de los huerfanitos



Jim Carrey es el malo. Un alto, calvo, avejentando artista del mal, que vive en una casa derruida y al parecer no tiene mayor ocupación que complicar la existencia de tres niños que han perdido a sus padres en un misterioso incendio. Los huerfanitos quedan bajo la tutoría del Conde Olaf (Carrey) quien ambiciona deshacerse de ellos para quedarse con la fortuna que han heredado.

El mundo es azul, como si todos los días fueran invernales, y todas las horas transcurrieran en el magnífico instante de la mañana en que el sol aún no aparece. La espléndida fotografía del mexicano Emmanuel Lubezki (“La leyenda del jinete sin cabeza”, “Y tú mamá también”) pinta las aventuras de los tres niños (una inventora, un fanático de los libros y un bebé notoriamente expresivo) como se supone ven la vida los huérfanos: azul.



Las aventuras son endemoniadas: escapar de un auto antes de que lo choque un tren; saltar de una casa a punto de caer a un acantilado; hacerle el quite a víboras gigantes y a adultos que, cuando no son tontos (como los personajes que sorpresivamente interpretan Meryl Streep y Dustin Hoffman), son malintencionados.

Y aunque el relato (que resume tres libros del escritor infantil Lemony Snicket) no levanta el vuelo emocional que promete con su dirección de arte victoriana (familiar para cualquier que haya visto una de Tim Burton), su opción fronteriza por recrear esas sórdidas fábulas antiguas ponen a esta película de Brad Silberling un peldaño más arriba del resto de estrenos infantiles que, los padres saben, deben ser tragados con regularidad.

Gonzalo Maza

“Lemony Snicket’s A series of unfortunate events”. EE.UU. 2004. 108 minutos. Todo espectador, inconveniente para menores de 7 años.

lunes, enero 24, 2005

Tres DVDs para buscar

Terminar el 2004 y que excelentes películas pasen inadvertidas, es una injusticia mayúscula. Por ello, para que no sean olvidadas en las ignorantes estanterías de todo video club, agrego acá tres estupendas películas que no llegaron a los cines, pero que, con el DVD, uno puede (¡y debe!) ponerse al día.
  • "Niebla de guerra" (Fog of war: Eleven lessons from the life of Robert S. McNamara), el último documental de Errol Morris, una mirada mucho más adulta y dolida sobre la futilidad de la guerra que, sin ir más lejos, "Fahrenheiht 9/11". Casi como capítulo de la "Dimensión desconocida", un octogenario y bien educado caballero nos habla a cámara del horror de la guerra, con el entusiasmo de ingeniero y tras unos lentes que se empañan a cada tanto. Es Robert McNamara, nada menos: el secretario de guerra de John Kennedy, y quien tras su muerte, siguió en su cargo en el gobierno de Lyndon Johnson. A McNamara se le ha acusado históricamente de ser el causante de que la Guerra de Vietnam terminara como terminó, por ser un tecnócrata que vio el conflicto como un asunto estadístico, donde la bajas eran números y no personas. Su relato es estremecedor a varios niveles, primero, por la crudeza de la segunda mitad del Siglo XX, de la cual McNamara fue protagonista. Sus revelaciones, de primera fuente, de lo que ocurría en los pasillos del poder durante la crisis de los misiles de Cuba siguen transmitiendo la tensión que tuvieron en su minuto, y el relato de cómo EE.UU. acabó con Japón con ataques incendiarios antes de la bomba nuclear es estremecedor y, para mí, desconocido. Pero, además, el tratamiento de Morris es bello y perplejizante, usando transiciones inspiradas y una música del siempre idolatrado Philip Glass (existe todo un mito respecto a que Morris logra sacar lo mejor de los entrevistados, precisamente, porque los deja hablar y se concentra en no escuchar lo que dicen). Las once lecciones de McNamara funcionan como testamento político, documento histórico y retrato decadente de la violencia humana... todo con un cámara frente al rostro de un americano impasible.

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  • "El despertar de los muertos: la comedia" (Shaun of the dead, en Chile solo en VHS): Para los huérfanos de George Romero como yo, una comedia británica de zombies suena como una buena idea. Pero una comedia de zombies sobre el fin del mundo, en medio de Londres, con dos vagos de más de 30 que aún se portan como niños de 12 años, y que deben recorrer la ciudad para salvar a una ex-novia que acaba de patear a uno de ellos, suena mejor. Esta comedia salvaje, precisa y profundamente british es una sorpresa para ver en grupo con amigos y reír a carcajadas (de la película y de los amigos).



  • "El precio de la verdad" (Shattered Glass) es la reconstrucción del escándalo más curioso del periodismo norteamericano a fines de los noventa: Stephen Glass es la joven estrella de la respetada revista New Republic hasta el momento en que descubren que la mayoría de sus artículos son inventados. La película está investigada con precisión periodística (el commentary track con el director y el editor que descubrió a Glass es revelador) y hecha con precisión y respeto por el encanto que hay detrás de todo estafador de las ideas.


domingo, enero 23, 2005

"RAY" / Wikén

Amigos, el comentario de la película de Taylor Hackford en el "Wikén" de este viernes. -GM

“RAY”

Biografía con blanqueador



Cuando se trata de músicos, las biopics o películas biográficas son un subgénero de difícil manejo si se desean resultados innovadores. No es casualidad que sea el territorio favorito para las producciones de televisión: cómo olvidar clásicos basurescos como “La historia de Karen Carpenter” (1989) o, mejor aún, “La historia de Ann Jillian” (1988), donde la cantante preferida de Las Vegas se interpretaba a sí misma combatiendo el cáncer. Es un viejo problema: los cantantes no proveen de historias muy novedosas. A menudo provienen de ambientes hostiles, a los que sobreviven en el instante supremo en que hacen brillar su talento ante el mundo, luchando día a día para no ahogarse por las malas influencias de sus cercanos o por su propio ego.

En medio de este pantano de lugares comunes, se hace difícil encontrar historias que vayan más allá del retrato condescendiente y acaramelado. Para ello se necesita una realizador que escape de las presiones de los artistas y sus herederos para armar un relato sólido y de mayor vuelo. Pero ha ocurrido:
Michael Apted transformó la vida de la cantante country Loretta Lynn en una sentido cuento social (“La hija del minero”, 1980), y Brian Gibson dejó una vara alta con “Tina” (1993), con Angela Bassett interpretando a una violentada Tina Turner escapando de su esposo Ike y de la tristeza del blues.

“Ray” pretende dar garantías de ir más allá en las biopics, pero tropieza consigo misma en el camino. En parte, es notoria la presencia del mismo Ray Charles (que reinterpretó varios de sus temas para la banda de sonido) y de su hijo homónimo que ofició de coproductor. El errático Taylor Hackford es el encargado del proyecto, y su carnet no solo incluye “Reto al destino” o “El abogado del diablo”, sino que también “Chuck Berry: Hail! Hail! Rock 'N' Roll!”, un inteligente documental-concierto-homenaje sobre el creador del rocanrol, editada en video pero imposible de encontrar. Esa cercanía con la buena música le permite licencias a Hackford, aunque limitadas: si bien tiene carta blanca para mostrar las no tan blancas actitudes del artista ciego (engañaba a su esposa con una corista de la banda, y consumió heroína por décadas), no puede escapar al blanqueo de imagen social de un cantante que hizo demasiados comerciales de tarjetas de crédito.



Si bien el bueno de Jaime Foxx (“Colateral”) personifica casi a la perfección al músico que unió el gospel, el jazz y el blues en sus discos, la historia no le permite adentrarse demasiado en las múltiples sub-historias que se abren en la cinta: la cobardía de Charles, el rol de su esposa, las críticas de sus pares. El relato termina abruptamente a mediados de los sesentas, estableciendo casi groseramente que el cantante recibió en 1979 un homenaje del estado de Georgia por su aporte al problema de los derechos civiles, cuando se negó a tocar en un recital solo para blancos.

Aunque la película reconstruye con emoción los años de Ray Charles en Atlantic Records (secuencias que serán una delicia para cualquier melómano), y es en sí misma un deleite en Dolby Sorround, su reverencia y poca distancia con el músico dejan la sensación que mucho hubo mucho más que contar que lo que se ve en pantalla.

Gonzalo Maza

“Ray”. Estados Unidos. 2004. 152 minutos.

"ALEXANDER" / Wikén

Ufff. ¿Tres horas para esto? La crítica de la última de Oliver Stone, en "Wikén" de este viernes. -GM

“ALEXANDER”

¿Qué hay en la cabeza de Oliver Stone?



Después de ser espectador de las casi tres horas de metraje de “Alexander”, es difícil determinar el peso verdadero de la película sin tener en cuenta la agotadora aventura de sobrevivirla. “Alexander” no es larga: es eterna. Y no porque sea de esas películas que tengan mucho que relatar (algo que pasaba, sin ir más lejos, con “JFK”) sino, más bien, por lo contrario. Indecisa y exagerada, sin espacio para las sutilezas, es de esas cintas que se hacen cansadoras por su superficialidad. Pecado sobre pecado, si esa mirada epidérmica se extiende lo mismo que un viaje de Santiago a Curicó, estamos en problemas.

Y es curioso que así sea: la cinta está basada en una completa biografía de Alejandro Magno escrita por Robin Lane Fox, un profesor de la Universidad de Oxford quien, según se dice querida trivia, aparece como extra en esta película comandando la caballería macedonia. El director Oliver Stone, no menos susceptible a conmoverse por la guerra que el señor Fox, es un cineasta que ha hecho una carrera que va como un péndulo entre los temas de reconstrucción histórica (“Pelotón”, “The doors”) y los de crítica social (“Asesinos por naturaleza”, “Entre el cielo y la tierra”). Su película más admirable hasta el minuto, “JFK”, combina con precisión ambas sensibilidades. Otras, como “Un domingo cualquiera” hablan de que Stone se interesa por las películas de acción, con muy magros resultados. No tiene los puños apretados de Michael Mann, ni la espectacularidad pop de Michael Bay, ni la sed de aventura de Stephen Sommers. No, Stone no tiene nada de eso, pero quisiera tenerlo. Y el
resultado grandilocuente de ese deseo es esta “Alexander”.

¿Y qué resulta ser “Alexander”? ¿Un mecano instructivo, como era “JFK”? ¿Una mal llevada tragedia griega, como era “Nixon”? ¿El relato de un fan, como era “The Doors”? Algo de eso se puede atisbar en diversas secuencias de este relato biográfico. Pero lo que verdaderamente quiere ser es una épica de acción. Dos largas secuencias (una de la caballería macedonia, sobrevolada por una mística águila, y otra, con elefantes en la India) dan cuenta de ese deseo. Y no resulta tan mal. Pero la película que está en el medio resulta ser un recocido de lo que, se supone, Stone sabe hacer.



El director es más cercano a los personajes políticos que a la política misma, y eso hace aún más raro que su mirada del líder bélico no haya tomado partido por ninguna de las potencialidades que sugería la figura de Alejandro Magno en el papel. “Alexander” no es el desgarrado Richard Nixon, ni el confundido Jim Morrison. El héroe es presentado como un aproblemado veinteañero que conquista continentes para escapar de Olimpia (Angelina Jolie), su dominante madre, o para llegar más lejos que su desquiciado padre Filipo II de Macedonia (Val Kilmer), quien ya había dominado las distintas ciudades estado de Grecia. Lo paradojal para el espectador que no se ha distraído en el minuto 134 es: ¿cómo es posible que el bello inepto que interpreta Colin Farrell haya sido uno de los hombres más poderosos de la historia de la humanidad, haya conquistado Egipto y el imperio Persia, haya unido Oriente y Occidente bajo un mismo imperio, si hasta cuando se le escucha dar órdenes a sus tropas uno se cuestiona bajo qué criterio esos soldados le obedecen?

Esa pregunta se hace más fuerte con la insistencia de Stone con que Alejandro era bisexual. Y está bien. En la cultura griega era común que lo varones se relacionaran con personas de su mismo sexo. Pero, ¿y qué? Su amistad con Hefestión (Jared Leto) tiene un desarrollo mínimo, y aparece de la misma forma que desaparece en la trama: repentinamente. No completa al personaje, no amerita la polémica, y da pistas de la latente homofobia de Stone ya común en sus cintas.

Y en eso se van 175 minutos. “Alexander” es un ejercicio de grandilocuencia sorda solo para esos cinéfilos valientes que no se convencen de lo que diga un crítico, y que desean cerciorarse por sí mismos si las películas son buenas o bodrios. Para todos ellos, mucho ojo con Christopher Plummer como Aristóteles. Los demás, ¿no querrán disfrutar de las maravillas del verano?

Gonzalo Maza

“Alexander”. 2004. EE.UU. 175 minutos.

sábado, enero 22, 2005

"BRIGADA 49" / Wikén

Esta no es buena, pero tampoco es mala. A pesar de John Travolta, a continuación, la crítica en Wikén de esta película donde Joaquin Phoenix está gordo y casi irreconocible.

“BRIGADA 49”

Una de bomberos



En la ciudad de Baltimore, un edificio de 20 pisos arde en llamas. En el 12, el bombero Jack Morrison (Joaquin Phoenix, más grueso de lo que uno pudiera recordarlo) logra salvar la vida de dos víctimas, pero el suelo bajo sus pies se desploma y cae al vacío. “Brigada 49” es el viaje entre este accidente y la vida el bombero Morrison, en un relato paralelo convencional y rebosante de candidez.
Morrison, mal que mal, no es de los tipos malos. Es de los buenos. De los que entra como novato a la compañía de bomberos y que, dentro de una jugarreta, es recibido por un capitán que se hace pasar por ebrio (John Travolta) y otro veterano (Robert Patrick, “Terminator 2”) que se hace pasar por cura, con la intención de escucharle sus pecados. De los que hace turno en la compañía, y mata las horas leyendo el diario, jugando pinpón, compartiendo el ocio con sus compañeros, sus hermanos, a la espera de un gong que sea el llamado del próximo incendio. Morrison es de los que conoce a su futura mujer yendo de compras al supermercado. Y se casa con ella, y tienen dos hijos, y discuten de lo peligroso que es el trabajo, mientras salen de los funerales de los amigos que caen en desgracia.

“Brigada 49” es un desfile de bomberos, católicos, negros e irlandeses, en un medio ambiente musculoso con lluvia de cerveza y agua de mangueras. Aunque es una película honorífica y carente de distancia de sí misma, su relato conmueve por su sencillez, y pertenece a una tradición de películas que ya no se hacen, tributaria de John Ford con personajes salidos de una de Howard Hawks, pero sin ánimo de homenajes cinéfilos. Bien contada, con un guión carente de melodrama estructural, y con un director (Jay Russell, “Mi perro Skip”) que no se cree más listo que nadie. Un agrado cinematográfico.

“Ladder 49”. EE.UU. 2004. 105 minutos. Todo espectador, inconveniente para menores de 7 años.

jueves, enero 20, 2005

Mis mejores películas de 2004

El año pasado se estrenaron comercialmente 195 películas en Chile. Lo sé, porque las conté y organicé para un artículo especial de mis nuevos grandes amigos de Mabuse que salió publicado hace unos días. Según los 10 críticos encuestados, "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" fue la mejor película del año pasado. Aunque es una gran película del subgénero "chico que desconoce chica", según Daniel Villalobos en Civil Cinema, y un inspirado ensayo sobre el surrealismo de la memoria, la verdad, desde hace tiempo que he decidido armar este tipo de listado a partir de aquellas películas más diestras en el oficio de retratar seres humanos. Con eso en mente, armé este mis listado de las 10 mejores películas exhibidas el año pasado:

  1. "Antes del atardecer" de Richard Linklater.
  2. "Negocios entrañables" de Stephen Frears.
  3. "Diarios de motocicleta" de Walter Salles.
  4. "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" de Michel Gondry.
  5. "Perdidos en Tokio" de Sophia Coppola.
  6. "Chicas pesadas" de Mark S. Waters.
  7. "Nadar solo" de Ezequiel Acuña.
  8. "Escuela de rock" de Richard Linklater.
  9. "El gran pez" de Tim Burton.
  10. "Los increíbles" de Brad Bird.

Porque este es mi primer post en este blog, no entraré en detalles sobre esto, pero sí quiero agregar que, al igual que el bueno de David Walsh y su listado de las mejores del año pasado, yo también ya publicaré las mejores 10 películas que VI el año pasado, lo que incluye festivales, DVDs, cable y cosas así. Por lo pronto, saludos.