domingo, octubre 30, 2005

RUIZ: Lo que me quedé pensando después de ver "Días de campo"


Esta idea no es mía, es de Udo Jacobsen, profesor en el Instituto Arcos, cinéfilo y motor del sitio Fuera de Campo. Tuve la suerte de compartir una cerveza con Udo, y Renato Villegas (de Chileindependiente) y José Luis Torres Leiva (el director de "Obreras saliendo de la fábrica") el sábado en la noche, después de la función de "Días de campo". La idea de Udo, que quiero ocupar acá con su permiso, es el punto de partida de lo que quiero decir: las películas de Raúl Ruiz están estructuradas de manera muy parecida a las páginas web.

Son hipertexto.

Si se quiere, un hipertexto cinematográfico. Son películas contruidas en base a links. Su gramática no es lineal: es multidimensional. De cada diálogo entre personajes, o sonido de fondo, o frase disparada al aire, o decorado en las paredes (no exagero, de cada uno de los elementos que componen sus planos), nuestra atención puede saltar hacia otro lado: una referencia literaria, o la conexión con alguna pintura (la foto de acá al lado es un plano de "Días de campo": impresionismo a partir de un vidrio esmerilado). El enlace puede ser cinéfilo (muy especialmente con el cine B, y el cine negro) o cultural (en particular, Ruiz conecta los imaginarios de los árabes, chinos, franceses, suizos o turcos, como si todos fuéramos chilenos, como si el guiño risueño, o el juego de palabras, o las contradicciones lingüisticas y los eufemismo fueran patrimonio universal... No quiero alargar más este paréntesis, pero los espectadores chilenos estamos en ventaja con respecto a cualquier otro espectador de Ruiz: nos damos cuenta mejor que nadie de que ese absurdo cotidiano, esa contradicción entre discurso y realidad, esa impasibilidad ante lo extraordinario son parte de nuestro territorio vivencial, nos pertenecen).

Ver una película de Ruiz es una fiesta para la sinapsis cerebral: incluso para aquellos espectadores que se aburren.

Si uno se hace aficionado a esos estímulos (y no le importa no tener conocimiento ni de un cuarto de esos links), una película de Ruiz puede verse unas seis veces (por decir un número al voleo, pero que también es el número de funciones que tiene un plano, según Ruiz), y en cada pasada las capas que recubren capas se pueden ir resquebrajando, como si estuviera revelando el color con el que había sido pintada por primera vez una pared que se descascara.

Por supuesto, esto no explica la fascinación que produce una película de Raúl Ruiz. Más bien, puede explicar lo contrario. Un espectador habituado a la estructura dramática de los tres actos (es decir, todos nosotros), bien puede aburrirse con películas así de saltarinas, sin conflicto central, si no que, más bien, con variados conflictos elípticos, que van y vuelven en una misma película, casi como planetas orbitando alrededor de un sol. O varios soles.

Qué decir de la constante referencia cultural: tanta cita no solo puede parecer tediosa, sino que bastante angustiosa. Qué estoy haciendo acá que no estoy leyendo. Pero no hay que asustarse: Raúl Ruiz es lo que se llama un name-dropper, un lanza-nombres. Una raza de artista bastante inofensivo. No pretende abrumarnos con su conocimiento, ni reirse de una nuestra "ignorancia". Más bien, nos pide que le sigamos el juego de su propia sinapsis cerebral: como un niño que dice barbaridades en medio de la fiestas familiares para vergüenza de sus padres, Ruiz espera lo mismo de sus interlocutores-espectadores: una mezcla de fascinación y espanto ante la clase de desvaríos en los que puede adentrarse. Borgiano, nuevamente.

Ruiz lo ha dicho en varias entrevistas: "Para qué hacerlo fácil si se puede hacer difícil".

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Hipertexto hecho cine. No dejemos de lado todavía esta idea. Esta noción de hipertexto es la que hace que muchos espectadores simplemente se harten de sus películas, y se salgan de la sala a los 20 minutos, con mucha razón: una película, a diferencia de una página web, es visitada en un tiempo limitado, esto es, lo que dura la película. Podemos estar horas visitando y descubriendo los múltiples enlaces que nos encontramos en una página web; pero de comienzo a fin, no pasamos más de 90 minutos mirando "Días de campo". Hay otro punto: no todos los links son en sí interesantes. Muchas veces, encontrar una página llena de links nos abruma. Muchas veces, preferimos partir leyendo la página en general. Y luego, a veces, nos adentramos en los subrayados.

Por supuesto, el hipertexto es más antiguo que la internet. Nació con los ensayos y los textos académicos, que utilizan notas a pie de página o referencias bibliográficas. No hay nada novedoso en esta construcción en sí misma (autores como David Foster Wallaceincluso ocupan las notas al pie de página profusamente como recurso en sus novelas y reportajes periodísticos, pero también, como una manera de imitar el proceso cerebral de la escritura). Es el lector el que descrimina qué pie de páginas leer, si acaso los lee. A veces, están efectivamente el pie de la página. Otras veces están al final del capítulo.

Las películas de Ruiz tienen marcadas las notas a pie de página, pero al pie de página no hay nada. Está en blanco, como para que nosotros podamos escribirlo.

Por eso, como digo, no hay que exagerar: el hipertexto no es un valor en sí mismo en el cine de Raúl Ruiz (ni en el de nadie); es más bien un síntoma, o si se quiere, un arma empuñada con otros fines. Cuando vemos una película de Ruiz, muchos de sus links quedan en el aire, no conducen a nada; otros, son retomados posteriormente más tarde en la misma película. Hasta el momento no he descubierto links entre sus películas, y si los hay son cirscunstanciales. De otra forma, esta sería la más triste constatación: que es un cine circular, autorreferente, ombliguista.

No me parece, hasta el momento, que ésa sea la idea. Pero que el hipertexto visual existe, existe. Esta constante vinculación, estas asociaciones libres casi deportivas, son "barnizadas" con dos elementos que dan la sensación de un todo, pero que abren nuevas ventanas: la música de Jorge Arriagada (que se pasea por el jazz, la sinfónica y el be-bop como Pedro por su casa) y la presencia de narradores en off que marcan el camino elíptico y laberintico del relato. Es así como encontramos en películas como "Hipótesis de un cuadro robado", o en "Un lugar entre los vivos", no uno sino que DOS narradores literarios: dos voces que conversan o se ignoran, pero que están en pos de la narración de los acontecimientos, o que completan los acontecimientos relatados con sus comentarios.

Quienes han estudiado las películas de Ruiz, como el australiano Adrian Martin, a menudo citan a Jorge Luis Borges (en especial, su cuento "El jardín de senderos que se bifurcan") y a Sigmund Freud (por las asociaciones libres definidas en "La interpretación de los sueños"). Incluso Walter Benjamin entra al ruedo. Pero el extravío y la errancia narrativas no son solo literarias ni solo oníricas. De hecho, podríamos discutir realmente que esto sea un extravío. Esta construcción sucia no es tampoco puro patchwork; por su propuesta, su obsesión y su método de trabajo, las películas de Ruiz me remiten con fuerza a la pintura pop del norteamericano Robert Rauschenberg. Pero, claro, nuevamente este es otro de los links posibles. Por sus entrevistas y guiños mediáticos se parece a Hitchcock; por la composición de sus planos es pariente de Orson Welles; por su gusto por los fantasmas y la construcción surrealista es puro Buñuel.

Ruiz, de nuevo, se parece demasiado a tantos y no se parece a nadie.

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Todo este enredo, este ir y venir y devenir, este hipertexto visual, lo dije más arriba, puede que sea un arma empuñada con otros fines. De momento, lo único que tengo claro es que un arma. Pero no tengo idea todavía para qué fines. (Cortázar escribió "Rayuela", y nadie se preguntó con qué finalidad). Lo que no invalida la pregunta: señor Ruiz, ¿por que hace usted las películas que hace?

Ruiz ha dado algunas pistas. En un largo ensayo publicado en 2004, Adrian Martin cita un par de entrevistas en las que el director habla de la retórica como velo.
Estoy fascinado por el hecho de que la retórica tenga tantas funciones: a veces toma la forma de modestia o de la vergüenza. Si se habla de algo muy personal, uno usa una forma retórica; es una suerte de velo.
Ese "velo", para Martín, y descubrí esta semana, también para mí, esconde una emoción intensa, profunda que es más grande que la retórica que pretende esconderla.

Es ahí cuando se vienen a la mente los mejores planos de Ruiz, sus mejores momentos que son grandes momentos del cine: por nombrar solo dos de esos momentos más cercanos, que más de nosotros hemos visto, podemos recordar el monólogo del profesor loco de "Palomita Blanca" y la conversación con el señor Rubio en "Días de campo", personificado por Ignacio Agüero (si no la han visto tienen que ir a verla ahora ¡ya! Es probable que mañana la saquen de cartelera). Estos monólogos son vitales en ambas películas. En apariencia parecen inconexos. Parecen verborrea pura. Pero... ¿que clase de personas son las que hablan demasiado sin decir lo que realmente quieren decir? Los que son muy modestos o los que tienen mucha vergüenza. Aquellas personas que preferirían desparecer.

En "Días de campo", es más patente aún. El monólogo de Agüero desencadena el final: se dio todas esas vueltas para decir que no tiene ganas de volver a ver a su madre (Bélgica Castro). La misma madre que estuvo a punto de morir para volver a verlo; la que es una abnegada empleada de una casa patronal que espera con ansias las cartas de su hijo. Acá las palabras, la retórica, están usadas como velo, para ocultar una intensa emoción. Corrido el velo, nos hacemos parte de esa emoción, y todas sus implicancias. Nos conmueve.

Y he aquí el descubrimiento: Ruiz es Agüero. Todos esos estudios y propuestas acerca del lenguaje cinematografico, todos los infinitos rodeos narrativos, todas las referencialidades multiculturales, las capas sobre las capas; todas esas películas imposibles de ver que hace Ruiz, son parte del velo de la retórica. Hay cosas de las que no podemos hablar directamente. Una pista clave de esta idea está en una de las citas que abren su libro "Poética del cine". Una cita es a Edgar Wind, un experto alemán en el uso de alegorías en el Renacimiento. Y dice:
"¿Qué es un símbolo? Decir una cosa y significar otra. ¿Por qué no decirlo directamente? Por la simple razón de que ciertos fenómenos tienden a disolverse si nos acercamos a ellos sin ceremonia".
A Ruiz le interesan "esos fenómenos que tienden a disolverse", y le interesa "la ceremonia". Su búsqueda es verdadera. Lo que hay detrás de todos esos "velos retóricos" es verdadero: es una emoción profunda, y muy humana. Toda la secuencia final de "Días de campo", los últimos 15 minutos, están cargados de pena, de "penita" chilena. La pena profunda del costumbrismo: la pena del lacayo fiel, esa pena que el patrón, en su soberbia, cree poder resolver como quien resuelve el menú diario de la comida. Pero que nada tiene que hacer ahí. Es, también, la pena profunda de Chile. La que tratamos de ahogar en bares de mala muerte con la tele prendida, y la que nos deja deambulando como fantasmas. Es esa la pena de la que no podemos hablar, o por modestia o por vergüenza. Lo único que nos queda, apenas, es poder evocarla, errantes, como fantasmas.



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Una última cosa: recién ahora, después de esta sobrecarga de películas de Raúl Ruiz que tuvimos esta semana (y que no pretendo terminar: acabo de arrendar "Diálogo de exiliados" en Bazuca), se me hace más claro el panorama. He quedado muy entusiasmado. El entusiasmo en una emoción bastante mirada en menos por la intelectualidad: se le considera ingenua y efímera. No creo que sea el caso. El entusiasmo (que he podido encontrar, además, en otros críticos que leo muy seguido, como Adrian Martín, Jonathan Rosenbaum y Quintín) viene quizás por el hecho de que estás películas lo dejan a uno como si le hubieran masajeado la cabeza tres veces por semana.

Esta suceción de posteos comenzó con un "¿Debemos tomar en serio a Raúl Ruiz?" (un chiste interno con Hitchcock y el libro de Robin Wood) y creo que a estas alturas, apenas diez días después de haberlo escrito, me doy cuenta que Raúl Ruiz dice las cosas que dice como una consecuencia más de su cine: al igual que lo hacía Hitchcock, Ruiz dice las sandeces más grandes como un juego, pero también, como una manera de ocultarse. Su hablar, su retórica presocrática, lo convierte en un engranaje más de su propio imaginario.

No asistí a ninguna de las conferencias de Ruiz, y me enteré que estaban más llenas que las funciones de sus películas. No culpo a los asistentes: Ruiz es un tipo encantador y lleno de carisma. Su arrastre es cada vez más fiel. Y probablemente esas personas hayan tenido razón: seguiremos viendo las películas de Raúl Ruiz por los próximos cien o doscientos años, pero la posibilidad de ir a verlo personalmente (como si fuera un concierto de una banda de rock) es limitada.

Y una cosa más: estoy orgulloso de todos los comentarios dejados en estos posteos ruizianos. Fui errático en mis argumentos, pero la gente que pasea poor internet es generosa. Dejaron buenos comentarios. El que más me impresiono fue el de Daniel Villalobos sobre su función de "Días de campo" en un cine del centro. Es de miedo, y creo que es la mejor manera de cerrar este posteo y esta semana. A todos, un abrazo:
Momento cine-dentro-del-cine: ayer veo "Días de Campo" en el Hoyts Huérfanos. Sólo habemos dos personas en la sala. Luego entran unas pendejas haciendo la cimarra que hablan por celular, se ríen con Pancho Reyes, no entienden un carajo y se van a los diez minutos.

El tipo de adelante empieza a hablar. Solo. Primero comenta a los actores. Después se discute a sí mismo y compara una escena con alguna clase de match deportivo (estoy algo sordo, lo siento). Después tararea la música. Le hago el ssshhh, aunque en verdad por puro joder.

Ah, mira, había alguien más en la sala, imagínate, dice. Como que habla con otro (por un segundo pensé que tenía un enano en la butaca de al lado). Sigue comentando la acción y -esto fue de gran ayuda para un provinciano como yo- nombrando las calles y el nombre de los bares y los actores y lo que comían. Se convirtió como en un comentario de audio.

Al final, luces. Me paro rajado porque no le quiero ver la cara, pero el tipo es más rápido, se para, gira...y era (no recuerdo su nombre) el profesor de Palomita Blanca, el que monologaba sobre un colega fresco. Más gordo, más viejo, con unos lentes oscuros estilo DINA, pero era él. Un personaje de la película se había arrancado a verla.

Taba güena, murmuró, pasando por el lado mío, pero como al aire. Yo, de puro cortés (de puro huevón) hice como un mmmmm de asentimiento.

Pero la verdad es que estaba güena.

jueves, octubre 27, 2005

RUIZ: Qué lindo es ser eurobasura

Ayer fue la función de "Aquel día" (Ce jour-lá), una película suiza de Ruiz, que es una sátira sobre la burocracia suiza, y de alguna manera, sobre la demencia que subyace debajo de tanto orden y civilidad.

Ya saben: los suizos. Los suizos, con su banderita roja con la estrella blanca son un ejemplo extremo, casi sicópata, de limpieza y orden. Yo estuve en Ginebra hace un par de años, y me quedé con la sensación de haber estado es una gran juguetería de los años 30, con tranvías que cruzan la ciudad, y cuatro o cinco semáforos en cada esquina, uno para cada usuario (hay semaforos para autos, buses, ciclistas, peatones y motos). En el suelo están pintados las vias por las que deben avanzar cada uno de ellos. La gran atracción suiza es un ridículo chorro de agua que en verano dispara agua sobre el río Ródano. Es ciudad de burócratas de la ONU, la Cruz Roja Internacional, la Organizacion Internacional del Trabajo, y varias más así. Gente con mucho dinero que no hace nada. Es, también, una de las ciudades más caras de Europa: ir a un restaurant es un crimen.

No es casualidad, entonces que los personajes de Ce Jour-lá sean miembros de una familia de adinerados que no hace nada, más que tramar cómo deshacerse de Livia, un mina flaca y media loca que hereda toda la fortuna de su madre difunta. Por el otro lado, un asesino que se fugó del manicomio de la ciudad (¡porque alguien dejo la puerta abierta!), llega hasta la casa donde Livia vive sola... ¡y empieza a matar a todos los que vienen a matar a Livia!

Emil y Livia, locos de amorMientras loca y loco se entienden, el resto del clan es un grupete de "malos mentirosos" (gente que no sabe mentir), entre los que se encuentra el inspector de la policía (que sufre constantes calambres en las manos), y su ayudante Ritter, que tiene una idea brillante para resolver la fuga del asesino: no hacer nada. O hacer como que no se hace nada para que los demás crean que no hacemos nadas y así poder hacer nuestro trabajo con tranquilidad. Algo que podríamos llamar el manifiesto burócrata.

Así, la policia se la pasa en un restaurant, y la familia de Livia va muriendo, uno por uno, en la mansión. Los dialogos entre los dementes son cosas como:
  • "Me gusta tu nombre. Viene de tu rodilla".
  • "Dejarla sola en esta casa... donde ronda el diablo".
  • "Vaya despelote el que tienes dentro" (Livia tocando la cabeza del asesino).
  • "Usted es un angel. Tengo la teoría de que toda persona que cae al suelo es un angel".
Hay otras referencias a las multinacionales, simbolizadas por un ingrediente para ensaladas llamado Salsox, y que esta omnipresente en toda la película. En una escena en el restaurant, todos los comensales sacan Salsox del bolsillo y lo ponen sobre la mesa. Y luego lo vuelven a guardar.

Así es más o menos Ce jour-lá: más o menos. Hay referencias bastante burdas (un hombre en el restaurant resuelve un crucigrama con fotos de las caras de los protagonistas de la película... ¡oh, sí, esta película es un puzzle!), el humor es muy suizo (lo digo en serio), aunque está muy bellamente filmada. En el primer ataque que hace Emil Pointpoirot, el asesino, a Livia está filmado con deformación de la imagen (como ocurría a menudo en el cine B de los 50s) y es bien aterrador. El trabajo de cámara es muy apretado: casi no hay profundidad de campo en ninguna toma, y se ocupan muchos primeros planos al rostro (el rostro de Livia es para verlo por horas): lo mismo con el uso de la música, que constantemente busca escapar de no ser una heramienta de suspenso. Pero como película es poco exploratoria: es como esos poemas de Nicanor Parra, hechos para la tribuna, donde los espectadores ríen en cada verso.

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No quiero dejar de mencionar el episodio de Raúl Ruiz que aparece en "A propósito de Niza" (À propos de Nice, la suite 1995). La película es un "encargo cinematografico" hecho por el municipio de Niza para celebrar vaya a saber uno qué, y que está en directa referencia a un documental llamado igual, de 1930, dirigido por Jean Vigo. La estructura es un compilado de siete viñetas dirigidas por ocho directores: Abbas Kiarostami y Parviz Kimiavi (el primero), más Catherine Breillat, Claire Denis, Raymond Depardon, Pavel Lungin, Costa-Gavras y, el último, Raúl Ruiz. Fue la primera de las exhibidas en este ciclo, y el episodio de Ruiz bien podría ocuparse como un excelente punto de entrada a sus películas. Es onírico, es alegórico, es un espiral. La constante dualidad (somos dos personas, y esas dos personas son también otros dos) está perfectamente representado en la figura de una mujer que es "perseguida" o es "la perseguidora" de un personaje obsesionado con ella, interpretado por el fallecido Andrés Perez (sí, claro, el mismo de "La Negra Ester"). En el corto está presente la voz en off (el relato paralelo) tan típico de las de Ruiz, está los planos compuestos por otros planos, y las imagenes reflejadas en sí mismas (Pérez sostiene en sus piernas un espejo con un orificio al medio, que puesto frente a otro espejo, refleja a Perez decenas de veces). El corto es sencillo, acaso si se puede decir eso de algo filmado por Ruiz.

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No se pierdan hoy "Un lugar entre los vivos" (Une place parmi les vivans, 2003). Un abrazo.

miércoles, octubre 26, 2005

RUIZ: Fundos extraviados


“Como seguramente nunca me han visto, voy a presentarme. Soy el más conocido de los directores desconocidos. Así, por lo menos, me definió un crítico inglés hace treinta años y la frase continúa siendo cierta. Tal vez se deba a que no hago películas de aventuras, de amor ni de efectos especiales. Aunque en mis películas hay aventuras, amor y efectos especiales. Por ejemplo, esta es una película de aviones, pero como no teníamos muchos aviones tuvimos que hacer volar la cámara.”
Ayer fui a la función de las 10 de la noche de "El fundo perdido" (en el programa, "El dominio perdido", Le domain perdu, 2004), la película de aviones de Ruiz. Podríamos decir que es una película de aviones, que incluye a un cazador de tesoros, piratas, fantasmas, valiosos mapas que no sirven para nada y, efectivamente, cámaras voladoras.

Si existe un desafío para alguien que escribe de cine, es describir con justicia la trama de una película de Ruiz. Vamos a tratar. Pero vamos a hacerlo de la única manera posible: dando cuenta de que son películas sin un eje central, sino con multiples eventos que están desparramados como estrellas en el cielo, y que el espectador puede unir libremente para dibujar figuras. Convengamos que lo de las estrellas no es casualidad: no son las mismas las estrellas que vemos una noche u otra. Lo mismo ocurre con las película de Ruiz: son mecanismos vivos, mutantes, casi cronenbergianos, que cambian con el tiempo.
“Quisiera terminar citando a dos escritores. Uno es el filósofo Blaise Pascal, al que ustedes conocerán muy bien o, al menos, habrán oído hablar de él. Decía Pascal que todo lo que el hombre hace proviene de que no soporta estar solo en una habitación durante una hora. Y en este momento, ustedes van a pasar dos horas solos frente a la pantalla, así que les deseo suerte. El otro escritor es Jules Renard, que dijo que sus obras se debían releer antes de leerlas. Con mis películas sucede algo parecido. Así que les deseo que hoy revean El dominio perdido para que algún día puedan llegar a verla.”
1) DE QUÉ SE TRATA "EL FUNDO PERDIDO", VERSION CORTA: Esta es la amistad de dos hombres, a través de casi 70 años, unidos por los aviones, un tesoro perdido, una experiencia fantasmal, un libro y las mujeres.

2) QUIÉNES SON LOS PERSONAJES PRINCIPALES DE "EL FUNDO PERDIDO", VERSION CORTA: Uno es un aviador francés llamado Antoine Renaud, quien se extravía en su bimotor, y aterriza en los años 30s en un campo en el sur de Chile. Allí es bien recibido por una familia de campesinos que le da de comer. El hijo menor de esa familia es el otro personaje principal de esta historia, Máximo Miranda, un niño de unos 8 años. Un día que Máximo anda intruseando en el avión de Antoine, éste lo castiga con un cachetazo ("por la chupalla el gobierno, aquí no hay justicia", sale alegando Máximo) y desde entonces se hacen amigos. O Antoine se establece como un nuevo y misterioso padre para Máximo.

Máximo, el niño chileno, crece, se hace aviador y en la película lo vemos en otros dos escenarios: en Londres, en la Segunda Guerra Mundial, haciendo vuelos de reconocimiento para los aliados; y en 1973, en Chile, el día mismo del Golpe Militar, cuando recibe la misteriosa visita de un joven francés y su novia. Ese joven francés resulta ser el hijo de Antoine, quien viene a hacer preguntas sobre su padre. El relato que hace Máximo, de aquí en adelante, es la narración que une la película. Lo que veremos en adelante, muy común en las películas de Ruiz, son recuerdos y evocaciones de ese relato.

3) QUÉ UNE A LOS PERSONAJES PRINCIPALES: Antoine y Máximo están unidos por la sed de aventura. Antoine despierta esa sed en Máximo. Antoine es un cazador de tesoros. Cree en la existencia de tesoros perdidos, y con Máximo van en la búsqueda de uno de esos tesoros. También los unen los piratas: Máximo es asiduo seguidor de radioteatros de piratas, pero le parecen personajes inexistentes, hasta que Antoine le cuenta que los piratas sí existieron, y que incluso él tiene antepasados piratas.

4) QUÉ AVENTURAS VIVEN ANTOINE Y MAXIMO: Podríamos decir que Antoine y Máximo viven dos aventuras. O dos y media. Las primeras dos aventuras ocurren en los años 30s, a poco de conocerse. El relato de estas aventuras puede ser un poco extenso pero por lo menos digamos que en la primera, con la ayuda de unos indios coya que juegan a la pelota sin arcos ni equipos, descubren un tesoro de monedas y mapas que no sirve para nada.

En la segunda aventura, Antoine y Máximo van en una camioneta y se quedan sin bencina en un campo lejos de casa. Es un desierto, un lugar lleno de animitas que repentinamente se llena de peregrinos (trabajadores comunistas, al parecer) que luego desaparecen. Intrigados, Antoine y Máximo salen en su búsqueda, y se encuentran con una mansión colonial donde hay una fiesta. Casi una fiesta colonial: los trajes son muy elegantes y anticuados. Y estos invitados bailan una especie de cueca de salón, con pañuelos al aire y agrupados en círculos. Máximo se queda dormido. Antoine, en cambio, flirtea con una mujer llamada Ivonne. "¿Por qué se ríe?", le pregunta a ella. "Me río porque soy seria", le responde.. Y continúa: "Y soy seria porque usted me da la impresión de conocerlo de antes". Luego los invitados se congregan al amanecer a mirar por las ventanas unos fuegos artificiales, algo que según ellos, es "la ciudad que aparece".

La ultima media aventura ocurre ya en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Máximo, lo dijimos, se ha hecho aviador y al parecer, trabaja para los aliados (su uniforme tiene una etiqueta que dice "Chile" bordada en el hombro). Antoine aparece. Y le pide que le enseñe a manejar los nuevos aviones, lo que resulta infructuoso.

Más tarde, Máximo se da cuenta de que la vida de Antoine aparece descrita, detalle por detalle, en un curioso libro de aventuras. Más raro aún, ese libro, llamado "El gran Meaulnes" Máximo se lo tuvo que aprender de memoria por recomendación de su tío, por ser ésta la mejor manera de aprender francés. Memorizándolo, le dijo el tío, "se aprenden cosas que ni los franceses saben de ellos mismos".

Cuando Máximo descubre esto, que la vida de su amigo Antoine alguien ya la había escrito en un libro, le pasa "El gran Meaules" a Antoine para que lo lea. Más tarde, Antoine emprende un vuelo de reconocimiento para tomar fotografías al campo enemigo. Y nunca más vuelve. Esto es anunciado por Antoine: "Las cosas resultarán bien, pero no nos volveremos a ver", le dice.

A Máximo le dan la misión de ir a avisarle de la desaparición de Antoine a su única hija, que vive en París. Cenan juntos, hablan del libro ("nunca lo lei porque nunca lo pude conseguir", le dice ella) y de la posibilidad real de terminar en la cama.

Más impotante aún, la hija de Antoine le cuenta de la infancia de su padre: le cuenta que su padre la raptó de la casa de su abuelo en 1922. Y que el autor de "El gran Meaules" era el mejor amigo de Antoine... que murió en 1914. Maz se queda masticando estos datos y estos años. Y algo no le calza...

Esta escena se empalma en paralelo con una que transcurre 30 años después, en Chile.

5) QUÉ OCURRE EN CHILE EN 1973: Todos los hechos relatados anteriormente transcurren en secuencias que van y vuelven en el tiempo, con un eje en relato que hace Máximo a Augustin, el hijo de Antoine, la mañana misma del 11 de septiembre de 1973 (no olvidemos, una mañana de aviones).

En esa mañana, mientras Máximo se encuentra escuchando un concierto para piano, y mientras se oyen explosiones en la calle y comunicados militares en la radio, Maximo recibe la visita de Augustin y su novia. Augustin viene herido de un brazo, y ha venido desde Francia para hacerle preguntas sobre su padre. Luego de escuchar ese relato (que conforma el 80% de la película), una patrulla militar viene a allanar la casa y se lleva detenidos a los tres personajes.

Por sus contactos con la embajada francesa, Máximo logra zafar de la detención, pero no así Augustin. Máximo y la novia de Augustin va a comer al que debe ser el único restaurant que permenece abierto el 11 de septiembre de 1973. Mientras comen Máximo, tiene una revelación: la novia de Augustin le recuerda otra mujer: la hija de Antoine.

Aquí nos enteramos que después de esa noche de 1942 en Paris, Maximo y la hija de Antoine tuvieron un hijo que Máximo nunca conoció.

6) CÓMO TERMINAN LAS AVENTURAS DE ANTOINE Y MÁXIMO: Estamos en la época actual (¿2004?). Máximo debe tener unos 80 años. Está sentado en una ceremonia en la Embajada francesa en Santiago. Ve cómo otros ancianos son condecorados. Y el joven que lo acompaña le dice que no se preocupe, que el próximo año le va a tocar a él.

A la salida de la ceremonia, el joven le dice que le tiene una sorpresa: lo lleva a una casona a las afueras de Santiago (¿Pirque?). Allí se encuentra con un vital anciano, más anciano que él, pero más energizado: es Antoine. Máximo casi no puede creerlo y hablan de cualquier cosa, mientras comparten un aguardiente de Chillán. "Yo era un cazador de tesoros", le dice Antoine, "pero tú eras un encontrador de tesoros".

Quedan hablando varias horas ("me reí como no me había reído en muchos años", dice Máximo). Antes de irse, en el umbral de la puerta, Maximo desea resolver una última duda. "¿Cómo es posible...?", le pregunta Máximo, "¿cómo es posible que hayas raptado a tu hija en 1922, si el autor del libro donde aparece eso murió en 1914?". "Así son las cosas", le responde Antoine, como buen fantasma francés. "A él siempre se le ocurrieron las cosas antes a mí".

La película termina como si fuera una clásica aventura de fantasmas y aviadores del cine norteamericano de los años 40s. El joven que acompañaba a Máximo en la ceremonia final aparece despidiéndose con un saludo militar, mirando al mar, lo que nos hace pensar que quizás él es hijo perdido de Máximo. La cámara se acerca al cielo, y vemos un cartel que dice FIN que se acerca a la cámara.

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Es curioso, pero es muy sensato que una historia como esta no provoque ni el más mínimo interés en muchas personas. No solo es sensato, sino que después de releer lo que acabo de describir, me parece hasta entendible. Pero si uno entiende eso, también deben tenerle paciencia ante la aura de fascinación que una película como esta puede provocar en uno.

Primero, es interesante la reconstrucción contante que hace Raúl Ruiz de Chile, y en especial, del mitológico Chile de su infancia, y cómo se mezclan esas experiencias sensibles (que el recuerda con mucho cariño en esta y otras películas) con sus experiencias intelectuales (que el atesora con no menos cariño). Ruiz mete todo eso en esa licuadora que es el cerebro humano cuando duerme, y lo trasnforma en una película.

No me parece de mayor sentido hacer una lectura de los simbolismos que puedan estar en la película. Lo más probable que una lectura freudiana haga una interpretación literatosa y única de los personajes, y nadie se banca a estas alturas algo así.

Pero me interesan dos cosas, que están en la reflexión constante que hace Ruiz del cine mismo: las figuras de los fantasmas y los dobles (los doppelgänger).

No voy a explayarme aquí de esos temas: pero me parece que es interesante que pongamos atencion a los encuadres fantasmales, a los lentes angulosos, a los planos contracenitales (¿existe esta palabra?), y a los múltiples espejos y reflejos que veremos en las películas de estos días. Olvidemos por un segundo las constantes referencias literarias (muy borgianas) de Ruiz. No lo escuchemos hablar. Por un momento, veamos los espíritus errantes de deambulan por sus películas. A ver si se animan...

Hoy son las funciones de la esperada "Aquel día" o "Ese día" (Ce jour-la), que fuera Selección Oficial en Cannes 2003, el año de "Dogville", "Elephant" y "Río Místico". Yo voy a la función de las 14:30 hrs. Un abrazo.




martes, octubre 25, 2005

RUIZ: Quintin y "El dominio perdido"


Urgente: "El dominio perdido" es posterior a "Días de campo", que se estrena el jueves. La dan hoy, por ultima vez, a las 10 de la noche en Cine Hoyts La Raina. Para entusiasmarse y prepararse, esta muy interesante nota de Quintín en Trabajos prácticos.

lunes, octubre 24, 2005

¿Debemos tomar en serio a Raúl Ruiz?

No olvidemos: los chilotes tienen fama de mentirosos
Esta semana tenemos a Raúl Ruiz en Chile. Y la visita de este año viene a confirmar la búsqueda de todo chileno que vive en el extranjero: uno se va de este país para que lo echen de menos.

Irse de Chile es el mecanismo perfecto para mostrar nuestros afectos: nos alegramos de que la gente se vaya (por fin nos dejan tranquilos), y cuando ya se han ido, lo único que queremos es que vuelvan (por lo menos, por un rato). Padecemos de esquizofrenia social pura. Quizás esto se deba a que tenemos grandes problemas para convivir, y conversar, y debatir entre nosotros. Y quizás nos gustan más las fiestas y las despedidas, que la vida diaria. Puede ser.

El punto es que para alguien como Raúl Ruiz, se hace muy cómodo ir y volver todos los años. El lo sabe y nosotros lo sabemos. Está cerca y lejos al mismo tiempo. Cuando viene, siempre se lo recibe con los brazos abiertos. Y cuando se va, se le despide en el aeropuerto, con pañuelos en la mano, pensando: ¿de qué planeta salió este viejo loco?

Año a año va creciendo el culto ruiziano. Tanta ida y tanta venida no han sido en vano: como Ruiz se va y vuelve todos los años por cualquier motivo (para filmar una película, o para estrenarla o, simplemente, para tomar borgoña en algún local de Valparaíso), ya lo tratan como a la Virgen: un grupo de voluntarios se anota cada temporada para recibirlo y sacarlo en andas alrededor de la plaza. Raúl Ruiz, con la sonrisa esquiva, acepta la juerga. Le entusiasma. Y da entrevistas. Decenas de entrevistas.

En esas entrevistas Raúl Ruiz dice las sandeces más grandes (lúdicas, pero también superficiales) que uno puede escuchar a una persona. Se produce en el efecto Parra: sus interlocutores, a menudo, se le quedan boquiabiertos, ríen nerviosamente (ríen demasiado, como si todo lo que dijera fuera chistoso) y aplauden como bobalicones. Es la entrevista por demolición: cada frase del entrevistado no tiene capacidad de ser contrapreguntada. Paradoja sobre paradoja, poco se habla con Raúl Ruiz de sus películas (así como poco se habla con Parra de su poesía).

Esta semana, tuve la suerte de estar con quien fuera un compañero de curso de Raúl Ruiz en los años sesentas, cuando estudiaba dramaturgia en la Universidad de Chile. Y me hablaba de esto: que Ruiz se está rodeando de demasiados cortesanos, que desmayan ante cada palabra que sale de la boca del director. "Está hablando puras huevadas", me decía, "y todos las escuchan como si fueran revelaciones de los misterios del arte". Y agregaba: "Eso va a terminar por hacerle mucho daño a Raúl".

No lo sé. Quien sabe. Es una manera de verlo. Quizás Raul Ruiz dice y habla esas ridiculeces-que-parecen-profundas-reflexiones por deporte. Porque poco tiene que decir sobre sus películas. Porque quizás, como lo cree Jonathan Rosenbaum, sea el heredero directo de Orson Welles. Y es probable que todo sea un chiste, un largo y borgiano chiste en el que se citan libros y teorías inexistentes como mecanismo defensivo ante el aburrimiento.

Lo que sí está claro es que si dan una película de Ruiz cerca de tu casa, tienes que ir a verla. Eso de seguro. Este año, la procesión de Ruiz viene acompañada de siete de sus películas más recientes, que serán mostradas desde este martes y hasta el viernes en el Cine Hoyts de La Reina. Será una oportunidad única de ver en 35mm cintas como "A propósito de Niza" (1995, con otros seis directores, el martes), "El dominio perdido" (2004, también el martes), "Un lugar entre los vivos" (2003, el jueves), "Las almas fuertes" (2000) o "Genealogías de un crimen" (1996, ambas el viernes). No son muchas referencias las que tengo de sus películas (quiero decir, no he visto ninguna de las que aquí se van a mostrar), pero sí puedo decir algo de "Ese día" (Ce Jour-là, 2003): dejó muy impresionados a un par de amigos cinéfilos que pudieron verla en Bafici 2003. Dicen que algo tiene de cine negro, algo de expresionismo, algo de comedia. Suena bien. La dan el miércoles.


Tapsin para el resfrío...
Más curioso todavía es el estreno comercial de "Días de campo", la última película de Ruiz filmada en Chile, basada en el libro de cuentos de Federico Gana (primo de Alberto Blest Gana), que el director habría leído a los ocho años, película protagonizada por Marcial Edwards, Bélgica Castro, Poli Délano, Francisco Reyes, Rosa Ramírez y Amparo Noguera. No olvidemos que esta es la primera película de ficción de Ruiz que filma en Chile desde "Palomita blanca".

En este blog seguiremos con cuidado el desarrollo de esta muestra, así como las conferencias con académicos franceses el martes, miercoles, jueves y viernes entre 18:30 y 20:30 hrs, también en Cine Hoyts.

domingo, octubre 23, 2005

VALDIVIA no termina

De último minuto, y cortito: Matías Bize es entrevistado hoy en "Artes y letras"; Fuguet escribe sobre Ezequiel Acuña y "Como un avión estrellado"en el Radar, en Página 12. Y la presidenta del jurado del Festival, Verónica Cortínez, envió una carta a los diarios criticando la cobertura, que aparece reproducida en el correo semanal que manda Chileindependiente. La carta es la siguiente (las negritas son mías):

Historias del Cine Chileno

Como presidente del jurado del reciente Festival de Cine de Valdivia me veo en la obligación de corregir ciertas inexactitudes publicadas en " El Mercurio" y en otros diarios nacionales en torno a las premiaciones al mejor largometraje y al mejor largometraje chileno de este año. Estas inexactitudes se han reiterado a raíz del Festival de Cine de Viña del Mar y del Día del Cine, y me temo que con cada repetición parecen adquirir mayor veracidad. Aunque los errores son varios, me centro sólo en los dos más significativos, con la esperanza de facilitarle el trabajo a un futuro historiador de nuestro cine más reciente.

Bajo el titular “Valdivia ignora al cine chileno”, El Mercurio (7 de octubre, C18) inventa una polémica debido a que el premio al mejor largometraje lo obtuvo El niño dormido, una película belga-marroquí de Yasmine Kassari. El cine chileno estuvo muy bien representado con cinco largometrajes, y el jurado lo midió con la misma vara que usó para evaluar el mejor cine internacional; esto debería ser motivo de satisfacción. Parece que fueron los periodistas quienes ignoraron parte de la muestra presentada en Valdivia. Cabe destacar la honestidad del periodista de La Nación, quien me confesó algo avergonzado que ninguno de los periodistas había visto la película ganadora, pues especulaban que ganaría una de las chilenas. No sería mala idea instituir en el Festival de Valdivia un premio del público, pues el jurado oficial no siempre coincide con las expectativas nacionales o de algún periodista. Como se sabe, el premio del público del Festival de Viña recayó en Olga, una película brasileña, lo que demuestra que es falsa la suposición de que el público chileno se inclinaría necesariamente por una producción nacional.

Valdivia no sólo no ignoró al cine chileno, sino que este año incluso tuvo un premio adicional para el mejor largometraje chileno. Este premio no fue “inventado a última hora, a pedido del Ministro de Cultura, José Weinstein” (Las Últimas Noticias, 7 de octubre, 33), ni “instituido recién en los últimos días del festival” (La Tercera , 7 de octubre, 56), cosa que repite El Mercurio hace unos días al decir que “se inventó un premio a último minuto para la producción nacional” (16 de octubre, C21). Este premio surgió por iniciativa de Televisión Nacional en mayo y estaba especificado en las bases de la competencia. Nuestro jurado operó desde un comienzo sabiendo de su existencia. De manera unánime y con gran entusiasmo, le otorgamos este premio a Mi mejor enemigo de Alex Bowen, con el único criterio de su calidad cinematográfica. En este sentido, es incorrecto lo que El Mercurio publica ayer bajo el título “La vedette del año” donde se dice que “algunos lo vieron como un pie forzado” o que el premio pudo deberse a que “la cinta será la representante chilena en los Premios Goya” (18 de octubre, C17).

Es cierto que el Festival de Viña premió la película chilena En la cama de Matías Bize, que no obtuvo distinciones en Valdivia. Si uno quisiera inventar una nueva polémica podría cuestionar por qué en Viña hubo sólo dos películas chilenas en la competencia o por qué no se preseleccionó Se arrienda de Alberto Fuguet, que está teniendo gran éxito de público en todo el país. En Valdivia hubo tres premios para películas chilenas y en Viña hubo tres premios para películas chilenas. En lugar de crear conflictos donde no existen, deberíamos alegrarnos por la cantidad de películas chilenas que se hacen actualmente y cuya calidad reconocen jurados internacionales de todas partes.

En estos momentos escribo un libro sobre el cine chileno de fines de los años sesenta y me sorprendo con frecuencia ante la gran cantidad de errores de este tipo que distorsionan y confunden la historia de nuestro cine. Ahora he sido testigo directo de cómo se producen estos errores, que por lo general nadie se encarga de rectificar. Creo que es mi deber recordar la enorme responsabilidad que tienen los periodistas de entregar datos confiables y la responsabilidad paralela de los editores de verificar con pulcritud la información que entregan al público actual y a la memoria histórica.

Verónica Cortínez
Ph.D. Harvard
Catedrática de UCLA
Directora Residente del Centro de Estudios de la Universidad de California en Chile
Solo quiero decir una cosa: just for the record, yo también estoy trabajando en un libro del cine chileno de los sesentas (diablos, ¡ya no se puede crear con las ventana abierta!). Y es curioso, si uno tiene ese cine en la cabeza, no descubrir la conexión directa entre quienes formaron ese cine y la nueva generación de directores (Campos-Bize, especialmente). Más aún, las críticas a la prensa las comparto, pero acá están puestas en el contexto de argumento defensivo. ¿Qué importa la cantidad de premios que otorga un festival u otro? Lo que importa es quiénes reciben esos premios. Los premios son política: son mensajes. Son cartas a la historia. Eso, cualquiera que haya sido jurado en algún festival lo sabe. Y el mensaje de Valdivia de este año fue: "¿Había una nueva generación de directores, con propuestas que no veíamos hace años en Chile? Bah, ni me di cuenta".

viernes, octubre 21, 2005

Hoy en La Segunda, Mañana en Cinemax

Marco Antonio Pinochet, minutos después de prontuariarse:
"Fue como ir a sacar pasaporte".
"¿Y su madre, hará el trámite?". "Ella tiene sus abogados, tiene otra edad... es mucho más complicado este trámite".
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Mañana en Cinemax dan "Spellbound", un casi-premiado y bien recibido documental sobre las competencias de deletreo que hacen en las escuelas norteamericanas. O sea, del sub-género "gente compitiendo como una metáfora de la sobreviviencia". La película se enfoca en ocho competidores, de todo tipo, todos menores de 10 años, que llegan a la gran final en Washington. No la he visto, pero mucho he leído sobre ella. Mañana sábado, a las 18:15 hrs, en el canal 50 de VTR, veremos. Que tengan un buen fin de semana.

jueves, octubre 20, 2005

Aysen llama

Se me pasó un "detallito" en lo de ayer respecto a Aysen: de los creadores de Ralco, ahora se nos vienen otras cuatro centrales hidroeléctricas que están planeando construir en los ríos Baker y Pascua... en el mismo golpeado Aysén de las salmoneras, y de Alumysa. Hoy el gerente de Endesa se frota las manos de gusto.

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Esto es lo que dice el comunicado de prensa de Endesa (las negritas son mías):

En las reuniones la empresa realizó una presentación sobre las principales características del proyecto y escuchó las inquietudes de los participantes. La comunidad aysenina se mostró muy agradecida por la información entregada y la transparencia de la compañía, mostrándose proclive al desarrollo de los proyectos en la línea de lo planteado por la empresa, con un estricto respecto al medioambiente y al entorno social.

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Algo más. La entrevista del nuevo gerente de Endesa en El Mercurio no es casualidad: en El Diario Financiero va hoy otra entrevista a Rafael Mateo, y según el título, esto es parte de su campaña para pedir el apoyo del gobierno a estas centrales hidroeléctricas.

O sea, esto recién comienza.

miércoles, octubre 19, 2005

"OVAS DE ORO": El documental sobre la industria salmonera que hay que ver

Voy a hacer una indiscreción: en el último mes tuve un segundo trabajo. De fin de semana. Y en las noches. Fui jurado pre-seleccionador del próximo Festival Internacional de Documentales de Santiago, FIDOCS. El festival será en la primera semana de diciembre. Mi pega fue ver 48 documentales, y elegir, junto a otros dos miembros del jurado, las películas que van a competir por el primer premio del festival de este año.

Imaginen como queda la cabeza después de ver 48 documentales. Pero peor es como queda la conciencia. Esta frase se la voy a robar a mi mujer: el documental es reflexión. Es ver el mundo que tienes al lado y pensar sobre lo que ves. Documental sin reflexión no es documental. Cuando no hay reflexión en la mirada, obtienes registro (cuando grabas el cumpleaños de tu hermano chico). O documento (cuando tienes la oportunidad única de grabar, por ejemplo, los aviones que bombardearon La Moneda). Esta última parte de la idea no se la robé a mi mujer. Se me ocurrió a mí mismito.

Así, ver 48 documentales chilenos es una oportunidad única. Es poder ver, prácticamente, todo lo que se hace en Chile en un año. Lo que, uno, no es poco. Y dos, es cada vez más interesante. El año pasado hice el mismo trabajo, y la verdad, es impactante ver cómo han aparecido una gran cantidad de directores jóvenes, de escuelas, algunos primerizos, que agregan reflexión a lo que graban. Que hacen verdaderamente documentales.

Esta experiencia, sumada a la de Valdivia, me tienen la cabeza dada vuelta desde hace varios días. No dejo de pensar en salmones. Los salmones y las salmoneras que los crían en el sur. Los salmones son la nueva pelea. La que ayer era Ralco, que se perdió porque yo, como muchos de ustedes, me importó un coco. Ahora ya no se puede hacer nada. Ni siquiera tomar conciencia. La cagada está hecha. Ralco tiene a personas sufriendo el desarraigo maldito de que un buen día te echen de tu casa, y sepulten el cementerio de tus familiares bajo millones de litros de agua. Yo, ahora, tranquilamente, puedo dejar la puerta abierta del refrigerador toda la noche. Puedo pagar la cuenta.

Tomar conciencia es un proceso íntimo. Es curioso, porque se necesita del resto para tomar conciencia. Se necesita de conversaciones, intercambio de información, lecturas recomendadas, pero las conclusiones las tiene que sacar uno, y nadie más que uno, en su soledad.

En este trabajo de fines de semana vi mucho. Vi estupendas películas que apelaron a mi lado cinéfilo. Pero otras removieron otros lados de mí. En Chile, me atrevo a decir, estamos haciendo mejores documentales que ficción. Lejos mejores. De los estrenos chilenos de este año, ninguno me ha removido demasiado (a excepción de "La sagrada familia", pero esa es del próximo año). Pero de una u otra forma quedé impactado con los 12 documentales que elegimos para la selección del festival.

Son películas que me han dejado deambulando por las calles. Son de esas películas que te tapan los oídos: alguien te dice algo, y no lo escuchas. Estás escuchando tus pensamientos. Bueno, te tapan los oídos, pero te abren los ojos.

No estoy autorizado a decir ahora qué películas seleccionamos. Recién deliberamos esta tarde. Los seleccionados deben ser avisados apropiadamente. Y hay que guardar respeto por los que no quedaron.

Pero debo decir algo: esta mañana, a la pasada, vi El Mercurio que estaba sobre mi cama y encontré esta nota. Esta simple nota:

Es una noticia cualquiera. Pero bastante reveladora. Fíjense como está escrita: el estilo indirecto tan propio de El Mercurio. No se cuenta el problema: se cuenta la respuesta oficial al problema. De la misma manera que, en los ochentas, uno podía leer: "Gobierno rechaza críticas de la oposición", sin aclarar cuáles eran esas críticas. No se informa: se da cuenta del ninguneo al problema.

Pero el problema está. Se puede ver, muy bien explicado, en el documental "Ovas de oro", de Anahí Johnsen y Manuel González. Esas críticas no son críticas, realmente: son datos de información. Datos como los siguientes:
  • Chile es el quinto país pesquero del mundo.
  • Y Chile es el segundo lugar, solo después de Noruega, entre los países productores de salmón del mundo. O sea, le hacemos al salmón.
  • Los salmones no se pescan: se cultivan en el mar. Eso hacen las salmoneras.
  • El 80% de esa gigantesca producción sale de una sola región de Chile: la región de Los Lagos, la XI Región.
  • Si bien esta industria ha generado 1.400 millones de dolares, la región de Los Lagos sigue viviendo en la pobreza.
  • No solo eso: los trabajadores del salmón ha acusado innumerables veces de maltrato laboral.
  • Una mujer sufrió de un aborto por no ser autorizada a dejar su puesto de trabajo cuando dijo sentir dolores de pérdida.
  • El 80% de los trabajadores gana menos de $200.000.
No solo eso:
  • Chile es también el primer productor del mundo de harina de pescado.
  • ¿Para qué sirve la harina de pescado? Fíjate que curioso: La harina de pescado es el principal alimento de los salmones que se cultivan en el sur.
  • De hecho, para que un salmón suba un kilo de peso, debe comer dos kilos de harina de pescado.
  • Y se necesitan 4 a 5 kilos de jurel o anchoveta para fabricar 2 kilos de harina de pescado.
  • Curiosamente, los habitantes de los pueblos cerca del litoral, según el INE, son los que comen menos pescado en su dieta. Es caro para ellos.
Okey. Hasta aquí otra injusticia social. Hay tantas, ¿no? Pero el documental sigue:
  • Para capturar esos millones de kilos que jurel y anchoveta que alimentan a los salmones, se practica "pesca de arrastre", también llamada "dirty fishing".
  • Lo de "dirty" viene porque para pescar se utilizan redes que avanzan por el fondo de suelo marino.
  • El "dirty fishing" agarra los pescados, pero también arrasa con todo lo que encuentra: algas, esponjas, corales de siglos de existencia son destruidos en segundos. Se crean verdaderos desiertos bajo el agua.
  • La "dirty fishing" está prohibida en los países desarrollados, como Noruega. No en Chile.
  • La situación del fondo marino es el secreto mejor guardado por la industria salmonera.
Hay más: las principales autoridades del sector pesquero son todos DC, con íntimos contactos con la industria pesquera; para que no enfermen los salmones, se agrega antibióticos a la harina de pescado (los antibióticos hacen que las bacterias, patógenas para el hombre, con los años se hagan inmunes); y la matanza de lobos marinos es habitual en la región de Los Lagos: los lobos marinos rompen las redes de los salmones, afectando el negocio.

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Qué decir. Temazo. Impactante. Más atención me llama que nada de esto se habla en los medios de comunicación. O aparece como en la nota antes dicha: ninguneado. Los directores e investigadores de "Ovas de oro" en la película incluso viajan a Noruega a entrevistar a los dueños de las salmoneras que funcionan en el sur de Chile. Y ellos dicen: "No podemos ser noruegos en Chile". Es decir, no podemos ser civilizados, respetuosos del medioambiente, de las leyes laborales.

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Ultima cosa. Juro que acá termino. Volvamos a ver la nota de arriba. Ahora, veamos la página de SalmónChile.

Los salarios de los operarios de la industria -según un estudio realizado por el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile- llegan en promedio a los $260.676, cifra que se ubica por sobre el salario mínimo de nuestro país y lejos de los $180.000 que establecen como sueldo promedio los estudios publicados por algunas organizaciones medioambientales.
La defensa de las salmoneras es por 80 lucas de diferencia. Ese es el rechazo a las críticas.

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El tema está candente: explotó hace unas semanas cuando Douglas Tompkins dijo que el avance de esta industria debería congelarse (vaya metáfora). No todos han quedados impasivos. Una interesante columna publicada el domingo en Economía y Negocios, escrita por Leonidas Montes, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, da unos datos bien iluminadores:
En la cena anual de la industria salmonera altos personeros de gobierno, legisladores, políticos y representantes de la industria comentaban, frunciendo el ceño, las declaraciones de Tompkins. El presidente de SalmonChile arengaba a la audiencia con innecesarias diatribas contra el "millonario gringo", calificándolo de "fanático ambientalista", llegando incluso a comparar el proyecto Parque Pumalín con Colonia Dignidad. El secretario general de Gobierno, Osvaldo Puccio, reconociendo la importancia de la industria, declaró que "Tompkins no fija ni la agenda productiva ni medioambiental del Gobierno", generando aplausos entre los asistentes.
De miedo. Más detalles sobre el tema pueden encontrar en esta columna de El Mostrador escrita por Sara Larraín, de Chile Sustentable.

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En fin. Ya lo dije: el proceso de toma de conciencia es personal. Si les interesa, mantenganse atentos a este blog, para ver la fecha en que serán exhibidos este documental y tantos otros del FIDOCS. Gracias por la paciencia. Un abrazo.

martes, octubre 18, 2005

Ultima hora: San Feliú deja la dirección de la radio Concierto

Y está feliz. El recambio viene con Natalia Del Campo. Power to the people! San Feliú sigue como asesor de Iberoamerican. Todos felices. Detalles en el blog de San Feliz.

Lectura obligada: "Ciudad invisible"

La encontré colgando de un kiosko, en Valparaíso, justo antes de tomar un bus para volver a Santiago. La portada es una pesadilla: edificios diabólicos y futuristas frente al mar. Al lado derecho, una letras rojas que dicen "Ciudad invisible". El título de portada: "Neo-Valparaíso, peor que un terremoto". El formato: una revista en papel de diario de 16 páginas, que venden a $400. Los autores: gente despierta gritando desde Valparaíso; el bien querido Alvaro Bisama, escribiendo sobre el Gitano Rodríguez, según él, el único one-hit wonder chileno; y cabeceando los contenidos está el talentoso Felipe Montalva, con quien fui al mismo colegio, a la misma universidad y con quien no he intercambiado una palabra en 15 años, no me pregunten por qué. Me cae bien, eso sí.

Los temas: cómo están arrasando con Valparaíso, impunemente. Periodismo independiente, si lo hay. Llevan un dossier de siete notas bien escritas y denunciantes de la flojera funcionaria de un municipio en ruinas. Cómo arquitectos de Santiago están construyendo edificios de altura, y pasando por encima de la gente que siempre ha vivido allí. La historia de cómo construyeron un edificio horrible en el Pasaje Herder del Cerro Alegre es para llorar; la entrevista al director de Obras de la Municipalidad de Valparaíso es para salir a quemar neumáticos ante la tontera y la lavada de manos que hace el susodicho respecto a su responsabilidad. Cómo la cultura turística de cuarta categoría está adornando lo existente con murales feos, vitrales europizados y veletas innecesarias. Lo leí de punta a cabo en media hora. Gente haciendo su trabajo, con urgencia, por sus propios medios, hartos de la chatura ambiente.

¿Qué más decir? Hay que suscribirse ahora a "Ciudad invisible". Toda ciudad de Chile necesita un medio así colgando de sus kioskos. Lectura obligada. El que quiera se lo presto.

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Hoy es el Día del Cine. Entradas a $1.000 en todas las salas adheridas. Muestra de animaciones en el Centro de Extensión UC. Anoche recibieron medallas Orden al Mérito Pablo Neruda Sergio Bravo, Pedro Chaskel y Carmen Brito. Cuál se lo merece más. La señora Brito, restauradora madre del cine chileno, se llevó además el premio Jorge Müller en homenaje al camarógrafo estrella de "La batalla de Chile" (desaparecido en 1974, luego de una función de estreno de "A la sombra del sol" de Perelman y Caiozzi). Cine reencontrándose con su gente y con su historia.

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Los amigos de "La fuga" hacen su balance de Valdivia. Las mejores películas según ellos fueron "4", ruso Ilya Khrzhanovsky; "Como un avión estrellado" de Ezequiel Acuña; "La sagrada familia" de Sebastián Campos y "Goodbye Dragon Inn" de Tsai Ming Liang. Tambien se incluye un informe sobre los documentales en competencia, a cargo de alguien que realmente los vio todos: una de las jurados, Pamela Pequeño (directora de "La hija de O'Higgins"). Cine para masticar. Blog para conversar. Días para haraganear. Ojo con la cobertura blog del Festival de Viña, tan caótica como inspirada, a cargo de Sebastián Lorenzo, uno de los cinéfilos más sanamente obsesivos que he conocido en mi vida. ¿Y "Mabuse"? Morales & Compañía anuncian su informe valdiviano para los primeros días de noviembre.

lunes, octubre 17, 2005

¡Stop motion que me quiero bajar!

Salió El Amante de octubre. Viene con una nota de la última de Tim Burton en portada ("El cadáver de la novia", la segunda de stop-motion en cartelera... ¡en un mes!), otra sobre "Wallace y Gromit: la batalla de los vegetales" y el consecuente especial sobre el stop-motion en su interior. Además, se traen una decepcionante entrevista a Damián Szifrón, el creador de Los simuladores original, y la estupenda "El fondo del mar" (que debió estar en la Muestra de Cine Latinoamericano en el Centro de Extensión UC, pero no está). Digo decepcionante por el entrevistado, no por las preguntas: al hablar de su última película "Tiempo de valientes", una comedia policial, Szifrón dice sandeces como que sus películas favoritas de John Carpenter son "Starman" y "Memorias de un hombre invisible" (!). ¿Qué más? Nuestro ya conocido Ezequiel Acuña, el primer hombre valdiviano-argentino de la historia, es entrevistado por "Como un avión estrellado", y recibe crítica favorable en la revista; notas sobre John Waters, Vince Vaughn, y una interesante lectura sobre la aparición en DVD del documental de Bob Dylan dirigido por Scorsese, "No direction home". El Amante estará disponible en los lugares habituales de venta desde el miércoles.

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No fui a Viña. Tengo tantas ganas como cualquiera de ver "El aura".

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La marca de Lamarca. Luego de la entrevista comentada aquí al ex presidente de Copec reencarnado en Gladys Marín, El Mercurio le hace la marca personal a Felipe Lamarca con una nota en "Economía y negocios" bien curiosa en defensa de los monopolios (!, de nuevo), y La Tercera, para no ser menos, le chupa las medias al Grupo Angelini con un breve con aires publicitarios. Sé que esto no está muy directamente relacionado con el cine, pero es un misterio, ¿no?

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Necesito postear más seguido. Pero trabajo, tropa de vagos. Me gustaría comentar la avalancha de documentales sureños que se nos vienen en el próximo Festival de Documentales de Santiago, que se viene en diciembre. Ralco, Alumysa y las salmoneras están arrasando el país, y parece no importarle a nadie. Excepto, claro, a la gente que hace documentales. No cambien de canal.

jueves, octubre 13, 2005

VIÑA... Hoy se estrena "PADRE NUESTRO"

Si alguien puede arrancarse un día a Viña, ese día es hoy. Hoy es el estreno de "Padre nuestro", la segunda película de Rodrigo Sepúlveda ("Un ladrón y su mujer"), en el deslavado pero resistente Festival de Cine de Viña del Mar. La función es a las 22 en el Teatro Municipal, con la presencia de la señora Cecilia Roth, quien ha venido especialmente a esta función. La película se trata de un grupo de hermanos que viaja a Viña a ver a su padre que se está muriendo... pero el padre es un chucheta que les enseña a divertirse. Sé que suena terrible... pero yo le tengo fe al bueno de Sepúlveda. Tiene una cosa medio españolada muy atípica en el medio. Lo digo por el director, no por la película, que no la he visto. El viejo es Jaime Vadell, y los hijos son Francisco Pérez Bannen, Amparo Noguera y Luis Gnecco. Cecilia Roth es la señora de Gnecco en la película.

Si alguien además se interesa, puede llegar antes y mandarse el programa doble, porque a las 19:30 hrs en la misma sala dan "El Aura", de Fabian Bielinsky (la segunda película, después de cinco años, del director y guionista de "Nueve reinas") con el único actor argentino (pareciera que no hubiera otro), Ricardo Darín. La historia es sobre un taxidermista que imagina los más perfectos asaltos... y sufre frecuentes ataques epilépticos.

¿Voy o no voy? ¿Vamos o no vamos?

miércoles, octubre 12, 2005

VALDIVIA... Pensé que esto se había acabado

Miguel Paz, el tipo que escribe de blogs en La Nación, con quien de tanto discutir quedamos amigos, inició la búsqueda en su blog personal de los TOP 5 SOBRE LAS ESTUPIDECES ESCRITAS SOBRE EL FESTIVAL DE VALDIVIA. Yo, la verdad, ya le di guaraca a la cobertura de LUN (con su nota de la fiesta de "La sagrada familia", escuchando conversaciones a la pasada), y EL MERCURIO (con la genial idea de contar el final y revelar todos los momentos "polémicos" de la misma película), así que no debería seguir con esto. Aunque, en rigor, peor me parece lo que NO publicaron: ya lo he dicho, la retrospectiva de Sergio Bravo (que, me dicen, ya buscan una manera para traerla a Santiago), y las películas mexicanas de los años 40s. O la historia de cómo Alvaro Covacevich, después de buscarlas por todo el mundo, encontró sus películas "New Love" y "Morir un poco". Y qué decir de los documentales ambientalistas "Un mundo ausente", "Ovas de oro" y "Apaga y vámonos", temas en que el corresponsal de La Nación simplemente brilló por su ausencia.

Además, creo que los periodistas en Valdivia se perdieron oportunidades de oro de entrevistar (o por lo menos, conversar en un pasillo, por su propio bien) a dos viejos zorros del cine que se pasearon por allí: Bernardo Menz y Carlos Alvarez. ¿Quiénes son? Tarea para la casa.

martes, octubre 11, 2005

"Control Room", hoy por HBO

Ya saben, las noticias que no vemos por televisión las tenemos que ver en documentales. Y este documental se trata precisamente sobre eso: sobre un canal de televisión. Sobre noticias. Y sobre lo que no podemos ver.

I hear the news today, oh boy..."Control room" se sumerge en la vida diaria del canal de noticias Al-Jazeera
justo a partir del momento en que Bush le declaró la guerra a Irak. La película vive la guerra desde el canal de noticias más importante del mundo árabe, el CNN del Islam. En la película vemos, además, el trabajo de los medios norteamericanos que están obligados a seguir la guerra desde un cómodo bunker ubicado en Qatar: la sala de control del título. "Control room" desnuda las noticias que nos llegan de la guerra (controladas, manipuladas, restringidas e incluso, amenazadas con ataques directos a los periodistas), pero no es un ladrillo concientizador. Es un documental humano: sus tres protagonistas principales (el editor de noticias, que sueña con que sus hijos estudien en una buena universidad en EE.UU.; un periodista que antes trabajó en BBC, "como todos en Al-Jazeera", le dicen; y un joven encargado de relaciones publicas en el ejercito, que de verdad cree en las mentiras que está diciendo) desbordan la pantalla, hablan de temas como para conversar con ellos, llevan a la reflexión primera de todo documental: en qué clase de mundo vivimos.

O lo ven o lo graban. Pero no lo dejen ir. Hay que chequear bien: según programación, lo dan hoy martes a las 23 hrs, 11 de la noche. Pero con lo del cambio de hora a veces hay desbarajustes. Luego de que lo vean, los que se entusiasmen pueden leer está entrevista con su directora.

lunes, octubre 10, 2005

¿Blog, dijiste?

Hace unos días que El Mercurio inició lo que ellos llaman "Blog El Mercurio", que no es más que un foro más sofisticado, donde los lectores pueden referirse a las opiniones editoriales y de columnistas. Que yo sepa, eso no es realmente un blog. Como sea, ver la cantidad de opiniones favorables de las columnas de Hermógenes Pérez de Arce es de terror.

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Este blog fue nombrado ayer en La Nación, en una sección llamada "Oh, my blog". De acuerdo con Miguel Paz, autor de la nota, y quien anteriormente se ha referido a los blogs de Clara Szczaranski, (ver blog) o del hijo del Mamo Contreras. (ver blog), él habría hecho un blog en Valdivia para "fisgonear a las celebridades" y contar lo que nadie publica. Ni falta que hizo: de eso se trató precisamente la cobertura de La Nación, y LUN y El Mercurio: de andar escuchando conversaciones y ponerlas en el diario. De hecho, la cobertura de La Nación dejó mucho que desear: la nota con los premiados que apareció el viernes pasado está llena de errores, el más grave, decir que el ganador de mejor documental fue "Actores secundarios" dirigido por... Francisco Hervé (y no Pachi Bustos y Jorge Leiva, los verdaderos directores).

Pero bueno: si yo hubiera dicho esto antes quizás habrían escrito atrocidades de este blog. Así que me salvé.

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Una cosa más: ¿alguien vio la insólita entrevista a Felipe Lamarca en La Tercera? El ex Presidente de Copec y la Sofofa, al parecer poseido por el espíritu de Gladys Marín, hace un crítica al modelo económico que ni Tomás Hirsch ha hecho. Dice el título (que podría estar perfectamente en The Clinic): "Chile no va a cambiar mientras las elites no suelten la teta". Y sigue: "La gente empieza a tener la sensación de que permanentemente se lo afilan" (sic), "El chorreo es más bien goteo" y "existe una cierta complicidad entre las elites políticas y económicas por mantener las cosas tal como están". No sé qué decir. ¿Habla en serio?

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Por último, en la sección de comentarios voy a dejar la nota que publiqué ayer en Actividad Cultural de El Mercurio sobre los documentales de Valdivia (el link solo dura una semana); y mucho ojo, que mientras estuve en Valdivia en el Centro de Extensión UC estuvieron dando un ciclo de Hitchcock. ¿Será verdad? ¿Alguien fue? ¿Habrá sido en 35mm o en video? Y a partir de hoy comienza, hasta fin de mes, un ciclo de cine latinoamericano, que incluye varias de Buñuel. Pueden ver el programa aquí. Saludos.

sábado, octubre 08, 2005

VALDIVIA.... Todo lo que vi

Ayer, antes de subirnos al bus que nos traería de vuelta a Santiago a buena parte de los asistentes de Valdivia, se me acercó Rodrigo González, de La Tercera, y me dijo algo así como: "Mejor ni veai la nota que sale mañana... Es una huevá". La frase viene, en parte, por lo pesado que he sido con la cobertura periodística de los medios escritos en Valdivia en este blog. Yo soy periodista y sé lo que le duele a un periodista cuando lo crítican, aunque sea personalmente. Pero, al mismo tiempo, estoy en contra de los corporativismos. Ya lo médicos, los abogados, los arquitectos se pelan en secreto y se protegen públicamente. Si el periodismo es para expresar miradas de lo que ocurre, me parece importante que las coberturas sean diversas. Y la cobertura periodistica valdiviana fue pobre. Sabemos que hay editores y que trabajamos en medios que están metidos en una locura de crear polémicas ficticias y fijarse en superficialidades. Pero... ¿por eso nos vamos a entregar a eso? ¿Así, tan fácilmente? Se gastaron demasiadaos centimetros por columna en hablar del corte de pelo de Patty López, y casi ninguno en mencionar a Sergio Bravo, o la muestra de cine mexicano. ¿Nos merecemos esta cobertura? ¿Podemos hacernos los huevones, echarle la culpa a los medios en que trabajamos y hacerles el juego? ¿O podemos esforzarnos un poquito más en hacer mejor la pega?

Está bien, no es para ponerse graves. No se trata de ir al otro extremo y sumergirse en disquisiciones pseudo intelectuales sobre las películas taiwanesas. Pero el paño es grande, y se puede, lo sabemos, hacer algo mejor. Curiosamente, la nota de hoy de La Tercera, la que se supone que es una huevada, me parece divertida y consigna varios puntos concentrados de elementos que estuvieron presentes en el festival, como el detallado relato de la ceremonia final (y hasta las pifias que recibió Juan Carlos Altamirano, el ejecutivo de TVN que no quiso apoyar "Mi mejor enemigo" en su producción, y que se subió a entregarle un apurado premio de consuelo a Alex Bowen).

Valdivia es una fiesta, y en toda fiesta buena se comenten excesos. El problema viene cuando son solo los excesos los que nos importan, y dejamos de lado los detalles, las sutilezas que estuvieron, y están vivas en un festival. De todas maneras, me gustaría dejar en claro que lo que me pudo parecer pelotudo siempre fueron las notas, no las personas que las hicieron. Y que este debate, el de la cobertura de los medios periodisticos en actividades culturales, sigue pendiente. Ojalá tuvieramos más tiempo de conversar, y hablar, del trabajo que hacemos.

En fin. Ya estoy en Santiago, y no quería dejar pasar el listado final de todas las películas que vi en Valdivia. A ver si sirve de algo.

“En la cama” de Matías Bize: Es el segundo largo del director de “Sábado”, y por pegarse el salto sobre el charco, mete la pata al agua. Pero no es nada grave. O por lo menos, no tan grave como le pareció a algunos espectadores. Blanca Lewin y Gonzalo Valenzuela conversando desnudos y semidesnudos en una cama tiran tres veces en escena, se bañan en una tina redonda y hablan y hablan, a veces demasiado. Como está ocurriendo ya demasiado a menudo con los guiones de Julio Rojas (solo este año, guionista de “Mi mejor enemigo” y “Secuestro”), hay estructura, pero algunos diálogos guatean (en especial unas reflexiones sobre el cine y los tipos de personas que le gustan películas como “Magnolia” y “Alta fidelidad”, que según la película, son un mismo tipo de persona... para arrancar de la sala). El desarrollo de personajes es plano, algo que se nota con más fuerza cuando tomas riesgos como los que se toman en la película… Mucha gente salió diciendo sobre lo expuesta que está Blanca Lewin, que se le muestra totalmente desnuda y que con Gonzalo Valenzuela no pasa lo mismo. La verdad no es así: Valenzuela tiene un desnudo frontal al comienzo de la película, pero muy sutil. Lo que realmente ocurre es que Blanca Lewin se ve obligada a cargar en sus hombros toda la película, y ante ese trabajo titánico, produce la sensación de que está algo desamparada. En fin, para discutir. Como sea, película y director merecen todo el buzz que ha recibido la película.

“Apaga y vámonos” de Manel Mayol: Este documental español, filmado por un catalán, en 35 mm (con cámara del chileno Sergio Armstrong) no da muchas pistas documentales sobre el conflicto mapuche (lo que “El despojo” sobrexplicaba, acá apenas se menciona), está basado en las entrevistas a ocho personajes (dirigentes mapuches, el diputado Navarro, el abogado Roberto Celedón) y en la búsqueda de un contrapar que de la versión de Endesa España. Vemos al director haciendo llamadas para conseguir esa entrevista, lo que es bastante burdo (por lo menos, Michael Moore en “Roger & yo” dejaba los pies en la calle). Las transiciones no son muy inspiradas, es bastante flojo en su investigación, pero los testimonios son potentes y debería darse en Chile, sí o sí. Somos nosotros hablando de nosotros.

“Se arrienda” de Alberto Fuguet: Película de aprendizaje. Aprende el director, aprende el personaje principal (Luciano Cruz Coke, que aparece en casi todas las escenas de la película y en la mitad de ellas anda mirando al suelo), y por tanto es película de transición. La verdad, cuesta entrar. Uno siente que se demora en partir, pero desde que aparece Francisca Lewin en pantalla, la película levanta vuelo y no decae más. Nicolás Saavedra está hilarante y Benjamín Vicuña, actor de limitado registro, está bien limitado al cortometraje engrupido que vemos paralelamente durante toda la historia. Eso sí, Fuguet es director generoso con sus personajes, y quizás mucha gente debería empezar a ser un poco más generoso con él. Por lo menos, si algo enseña “Se arrienda” es a dejar los prejuicios a un lado para empezar a ser feliz.

“La perla” de Emilio Fernández: Es una delicia ver una cinta mexicana en blanco y negro de los años cuarenta dirigida por el mítico Indio Fernández. La historia, basada en un cuento de Steinbeck, es clásica, socialmente comprometida y tiene secuencias completas como para quedar con la boca abierta por su belleza (todas las escenas de baile con fuegos artificiales de fondo, en especial). Pero ojo, me quedé dormido. Así que puedo decir que fue un sueño.

“La sagrada familia” de Sebastián Campos: Nuestro primer cineasta tan católico como retorcido hace una película precisa que a uno lo deja feliz (por el cine chileno) y con dolor de guata (por el destino de los personajes). Muy bien filmada y montada, y con actuaciones impresionantes. Se acabaron los rezos: claramente, la mejor película chilena de los últimos
años. Se estrena en Semana Santa del próximo año. Herejes.

“Como un avión estrellado” de Ezequiel Acuña: Y este otro no lo hace nada mal, tampoco. No es fácil que se te mueran tus padres en un accidente de avión, llevarte mal con tu hermano, que tu mejor amigo tenga vocación de delincuente juvenil y que la mina que te gusta no te pesque. Ignacio Rogers, Manuela Martelli y Santiago Pedrero construyen las mejores actuaciones Sub 23 del cine latinoamericano. Película sureña, bella y tristísima.

“Vámonos con Pancho Villa” de Fernando de Fuentes: Y si de cine latinoamericano se trata… Aca tenemos una fundacional (aparece merecidamente en el libro “Cien claves del cine” de Cavallo y Martínez), que nos cuenta como seis charros se meten a la revolución de Pancho Villa, y van muriendo todos, uno por uno en todo el metraje. Una fiesta del cine, de cualquier parte del mundo.

“Ese desconocido” de Sergio Bravo: Corto documental del verdadero fundador del documental chileno. Acá tenemos, a partir de descartes de “Las banderas del pueblo”, a Neruda recitando a cámara. Más que documental, documento fundacional.

“El húsar de la muerte” de Pedro Sienna (versión restaurada por Sergio Bravo): Hombre curioso, Bravo es el responsable de haber salvado esta joyita del cine mudo chileno. Esta versión, distinta a la restaurada por el Ministerio de educación en 1995, es más corta, y como es muda, va con subtítulos (excelente idea…¿cómo a nadie se le ocurrió antes?) Divertida, dramatica, semi-neorrealista (la mayoría de los actores no son profesionales). El Huacho Pelao, niño amigo de Manuel Rodríguez que desea unirse a la revolución, es el primero de las decenas de niños que hemos tenido en el cine chileno.

“Mimbre” de Sergio Bravo: Un clásico del documental. Un artesano del mimbre tiene mucho que enseñarnos. ¿Acaso no saben de donde viene todo el trabajo de Francisco Gedda en “Al sur del mundo”? Bravo es y seguirá siendo potente influencia en el documental chileno. Y muchos seguidores lo son sin saberlo.

“La glane” de Sergio Bravo: Más Bravo. Uno de los momentos mayores del festival. Este documental, que hubiera ganado Bafici si el festival argentino hubiera existido en 1985, es una lección de cómo las nubes, los árboles, y los edificios en ruinas son los verdaderos testigos de toda masacre. Para llorar de conmoción. Hecho en Francia y con música de Brian Eno.

“Las banderas del pueblo” de Sergio Bravo: La historia cuenta que cuando Bravo interceptó a un funcionario que iba a vender latas a una fabrica de peinetas, descubrió dos cosas: "El húsar de la muerte" e imágenes en movimiento inéditas de Pedro Aguirre Cerda. En este documental-propaganda, hecho para apoyar la candidatura de Salvador Allende en 1964, aparecen estas imágenes y es insólito ver a hordas de personas colgando desde los balcones de La Moneda celebrando su proclamación. También se puede ver a un joven Allende (muy parecido a Willy Semler), a Neruda leyendo sus poemas, y escuchar la voz del asesinado René Largo Farías leyendo textos de Volodia Teitelboim.

“Familia rodante” de Pablo Trapero: El costumbrismo en el reino del plano medio. en el costumbrismo importa ver cómo somos, cómo nos reimos, cómo hablamos, las cosas que hacemos. Nuestras costumbres. Pero su mayor problema es que no se acerca más a las personas. El paisaje hogareño es el que prevalece. Esta película del director de "Mundo grúa" es un lindo cuento costumbrista, una especie "Una historia sencilla" de David Lynch pero en familia y en vez de tractorcito, sobre una Chevrolet del 58. Sí, claro, es linda. Pero no es mi tipo de película. ¿De que sirve el cine si no podemos descubrir el misterio que mueve a los seres humanos?

“No eran nadie” de Sergio Bravo: Otro hallazgo festivalero, y uno de los momentos altos de la semana: Es Chiloé en 1982 y una mujer llora la desaparición de su marido pescador en altamar. La referencia al momento político que vivíamos en Chile no puede ser más directa. En sus viajes en lancha, la mujer conoce a Malva Hernández (Marés González), quien ha perdido a su hijo en el mar. El testimonio de Malva es sobrecogedor: no solo es el mismo testimonio de la verdadera Malva Hernández, una mujer con un hijo detenido desaparecido (Marés González lleva una libreta con una foto suya pegada); su monólogo en el que habla qué es perder a un hijo es solo comparable al monólogo sobre la tortura que hace Gloria Munchmeyer en "Imagen latente" de Pablo Perelman. Impresionante. Bravo fusiona con belleza e ingenio su experiencia documental con la ficción. Doblada en alemán, aunque se sabe que también hay una versión doblada al francés. Bravo, se dice, trabaja en terminar una versión en español con los actores originales.

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Para terminar, cuando las imágenes de esta semana siguen dando vueltas en la cabeza, es importante destacar las cantidad de personas interesantes que confluyeron en Valdivia. Los espacios de conversación fueron ricos y potentes. Voy a recordar por mucho tiempo las conversaciones distendidas con Sebastian Campos, Ursula Budnik, Ezequiel Acuña, Blanca Lewin (hagan click sobre su nombre y leerán su blog), Poldy Valenzuela, Jorge Ruffinelli, Vivi Erpel, Luis Candia, Sergio Bravo, Matías Bize, Ignacio Agüero, Vivienne Barry, Pamela Pequeño, Ernesto Ayala, Jacqueline Mouesca, y Pascual Condito, que debería (y está) en todos los festivales del mundo. Este recuerdo se extiende muy especialmente hacia una noche de copas con el gran Bernardo Menz (sonidista chileno de Patricio Guzmán en "La batalla de Chile", y más tarde, colaborador directo de Almodóvar, Carlos Saura, Víctor Erice, Jaime Chávarri), y las aventuras de cine y guerrilla del director ejecutivo de la Escuela de Cine de Chile, Carlos Alvarez. Como dicen los créditos finales de las películas, a todos ellos muchas gracias por esta semana.